Desde hace tres años el exclusivo hotel Bethel, ubicado en el centro del desierto de la Tatacoa, estaba en la mira de las autoridades ambientales. Para esa época, le habían ordenado suspender las actividades hoteleras porque, al parecer, estaban captando de manera ilegal agua de la zona y se habían aprovechado de zonas forestales sin autorización. Pero, ante el llamado, el dueño del hotel, Frank Corredor, no acató la orden. (Puede leer: Un coleccionista en el desierto de la Tatacoa)

Ahora, ante la persistencia de los daños y el impacto negativo a este ecosistema, la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM) ordenó el cierre y la posterior demolición de los Ecocavs, los Glampings, Bioeggs y la casa Bethel.

Ecocavs Bethel
Plaza de Bolívar, Bogotá.

“El infractor deberá, en el término de un mes contado a partir de la ejecutoria del presente acto administrativo», presentar para aprobación de esta Corporación un cronograma de ejecución del proyecto a demoler, en el que se incluya el desglose de las actividades que desarrollarán”, explicó la CAM en la resolución 3569 de 2019.   

Según la entidad, el desmonte final del hotel se deberá realizar en un plazo máximo de 10 meses y, de no hacerse en el tiempo autorizado, la autoridad ambiental entrará a hacer la demolición y le cobrará al dueño del hotel los recursos de la demolición.

Durante una visita, integrantes de la CAM encontraron un botadero de basuras que estaba a cielo abierto y que no cumplía con la normatividad ambiental. La ubicación y mal manejo de estos residuos, aclaró la organización, generó problemas de contaminación ambiental, ya que las bolsas plásticas no contaban con ningún tipo de separación.

El personal encontró mezclados desde residuos orgánicos de la cocina, hasta residuos hospitalarios como condones y papel higiénico. “Debido a que la disposición se realiza a cielo abierto, en grandes cantidades y por largos periodos de tiempo que permiten la descomposición de la materia orgánica, se evidencia la presencia de lixiviados, los cuales discurren libremente el suelo y se infiltran en las zonas aledañas al sitio de almacenamiento”, añadió la resolución.

Por los daños ambientales, el hotel fue sancionado, además, con una multa de $790 millones, que debió ser cancelada en los 10 días hábiles siguientes a la aprobación de la resolución, en la que la CAM alega que el complejo turístico fue construido sin autorización y generó graves impactos al medio ambiente durante los años que lleva funcionando. 

También, la CAM ordenó a los dueños del hotel la restauración total de las zonas impactadas que deberá realizarse con especies nativas del bosque seco tropical. Estas actividades de compensación, explica, se deberán hacer en un plazo máximo de cuatro meses.

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